Importancia de la Genética en la Depresión y el Suicidio
Journal Title: Revista Cadena de Cerebros - Year 2019, Vol 3, Issue 2
Abstract
Estimado editor: Sin duda la depresión es una enfermedad mundial que, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a mas de 350 millones de personas, incluyendo todas las edades y condiciones sociales1. La depresión se ha convertido en la principal causa de discapacidad en términos de años de trabajo totales perdidos1. Se estima que para el 2030, la depresión será la segunda causa de morbilidad en los países de ingresos medios y la tercera en los países de bajos ingresos2. Aproximadamente 5% de hombres y 9% de mujeres padecen episodios depresivos cada año1, 3. Actualmente, se reporta que esta enfermedad comienza a una edad temprana4; además, que en su forma más grave puede conducir al suicidio, que es la segunda causa de muerte en el grupo etario entre 15 y 29 años1. Para dar una definición simplificada, la depresión es una enfermedad mental representada por un estado de ánimo bajo, acompañado de baja autoestima y una pérdida de interés o placer (anhedonia) en actividades que normalmente se considerarían entretenidas y que pueden deberse a múltiples factores ambientales, bioquímicos y genéticos que condicionan un entorno biopsicosocial estresante en el individuo que puede manifestarse mediante sentimientos de angustia, miedo, tristeza, irritabilidad o violencia. Las causas de la depresión son múltiples y derivan de interacciones complejas entre: factores sociales adversos (discriminación, desigualdad laboral, desempleo, luto, catástrofes); factores psicológicos (problemas familiares, bullying, abusos en la infancia5); factores biológicos (alteraciones en neurotransmisores y hormonas por diferencias sexuales que involucran a la alopregnanolona, hormonas tiroideas y suprarrenales, así como hormonas del ciclo menstrual, embarazo, postparto y menopausia6, 7); y factores genéticos que incluyen polimorfismos los cuales pueden incluso ser heredados y su expresión podría estar modulada por factores ambientales8. Entre los familiares de primer grado de un paciente con depresión mayor (padres y hermanos, 50% de genes compartidos) existe un aumento importante de la prevalencia de trastornos depresivos (15%) respecto a la observada entre la población general (5,4%)8, 9. De acuerdo a las investigaciones en genes relacionados con la vía de la serotonina, los candidatos en relación con la predisposición para la enfermedad son el gen que codifica para el transportador de serotonina (SLC6A4), el receptor 2A (gen HTR2A), el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), variaciones asociadas con el polimorfismo Val66Met del gen BDNF, y el gen que codifica para la enzima Triptófano Hidroxilasa, del cual existen dos variaciones: la tipo 1 (TPH1) y la tipo 2 (TPH2). La isoforma de la enzima TPH2 ha generado creciente interés ya que diversos estudios, incluyendo uno en México, reportaron a la variante genética del gen TPH-2 (rs7305115) con asociación e implicación para la conducta suicida9. Los polimorfismos genéticos que afectan la expresión del gen TPH2 podrían dar lugar a la alteración de los procesos fisiológicos relacionados con la serotonina (5 hidroxitriptamina, 5-HT) y predisponer a enfermedades relacionadas con la depresión como el trastorno bipolar, tendencia suicida, esquizofrenia paranoide y desorden obsesivo compulsivo10 esto probablemente por su localización en el gen implicado en estudios moleculares de enfermedades psiquiátricas. La Tirosina Hidroxilasa (TH) es una enzima clave en la síntesis de dopamina; algunos estudios han mostrado que la inhibición de esta enzima también puede causar síntomas depresivos en sujetos sanos11. Se calcula que entre un 10-15% de la población padecerá algún episodio clínico de depresión a lo largo de la vida7, el foco de alerta radica en quiénes de esta población evolucionarán con síntomas graves incluso hasta llegar al suicidio y qué factores están involucrados para que este grupo particular de individuos haya tomado esta delicada decisión. Factores ambientales y genéticos contribuyen igualmente a la tendencia suicida10. El bullying, intimidación/victimización, crianza reactiva hostil y adversidad socioeconómica12 son factores ambientales de suicidio pasivo (pensamientos de muerte) o activo (intentos de suicidio) cuando comparten conductas agresivas13, ya que esta actitud indica que podría existir una vulnerabilidad genética12. En un estudio sobre abuso infantil determinaron si los genotipos de TPH1 o los haplotipos moderan la relación entre el historial de abuso y el Trastorno limítrofe Borderline (TPB), encontrando que la variación en TPH1 puede aumentar el riesgo de desarrollar TPB como resultado del abuso infantil. De tal forma que los elementos de la patología de TPB pueden deberse en parte a una disfunción serotoninérgica genéticamente influenciada, que a su vez puede conducir a una respuesta diferencial a los factores de estrés ambientales6. Los individuos genéticamente vulnerables poseen más sensibilidad a factores ambientales adversos y quizás mecanismos biológicos subyacentes9 que aquellos que no lo son, por lo que corren mayor riesgo de presentar la enfermedad cuando se exponen a la misma dosis de un determinado factor de riesgo ambiental7. Los genes involucrados en la regulación de los sistemas serotoninérgico (ácido 5-hidroxi-indol-acetico, monoaminooxidasa) y dopaminérgico (tirosina hidroxilasa, receptor de dopamina D2) así como el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (por ejemplo el gen de la hormona liberadora de corticocotropina) se han asociado tanto con la tendencia suicida como con la agresión impulsiva14. Conclusiones y Perspectivas para Futuras Investigaciones De acuerdo a diversos estudios experimentales, la asociación entre alteraciones de los genes y adversidad en el medio ambiente generan conductas depresivas, agresión impulsiva y tendencias suicidas, por lo que es fundamental el estudio de estas dos vertientes para mejorar la prevención del suicidio. Aunque hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados en todo el mundo no reciben esos tratamientos por falta de un diagnóstico certero. Muchas personas con depresión pueden no tener motivo para estar tristes: tienen un trabajo, una casa, amigos, pareja e hijos, manifestando síntomas sin explicación médica aparente. Los obstáculos para una atención eficaz de la depresión en estos casos pueden deberse a la falta de recursos y de personal de salud capacitado y/o a la evaluación clínica errónea es decir, no son correctamente diagnosticados. En algunos casos, es difícil identificar quién padece la enfermedad porque ocultan su estado de ánimo real tras falsas muestras de bienestar (“depresión sonriente”). Actualmente el estándar de oro para diagnosticar trastorno depresivo mayor (TDM) es cumplir con criterios que se describen en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5, publicado por la American Psychiatric Association15. Hasta el momento, no existen marcadores biológicos, bioquímicos o de morfología cerebral que permitan un diagnóstico inequívoco de la depresión. Sin embargo, el esfuerzo de muchos grupos de investigación en el mundo, trabajan en el área indagando y proponiendo nuevas metodologías basadas en evidencias biológicas que representan nuevos caminos hacia un mejor conocimiento de la etiología de esta enfermedad.
Authors and Affiliations
Emiliano Tesoro-Cruz, Sandra A. Rojas-Osornio, Rene Marquez-Franco.
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